Siempre intentamos enseñar, educar, ayudar, y no se cuantas cosas mas a nuestros hijos, sin darnos cuenta, en realidad que solamente y únicamente lo que estamos repitiendo lo que siempre dijimos que no haríamos, es decir, todo aquello que negábamos a nuestros padres, todo aquello que no nos gustaba que nos hicieran, dijeran o nos mandara realizar, cuantas veces no hemos pensado o hemos dicho a nuestros padres, o mayores, que no saben lo que dicen, que viven en una época prehistorica, y con razón muchas veces, pero, realmente no estamos haciendo nosotros lo mismos con nuestros hijos o semejantes que están alrededor?.
Nosotros con todos nuestros razonamientos, virtudes y desvirtudes, nos equivocamos continuamente, a la hora de hablar, o bien razonar, a la hora de comentar, con nuestro tono de voz o simplemente en la manera de decirlo, hemos de aprender tanto…
Se me viene a la cabeza una historia que leí, en referencia a un matrimonio que tenían un pequeño en casa, en su virtud de que fuera amable, respetuoso, y cuidadoso a la vez de resposable le regalaron una pareja de conejitos pequeños, todo iba de fábula hasta que tuvieron que marchar de viaje, y dejaron a los animales a unos amigo, sin saber que la hembra de la pareja estaba embarazada.
A la vuelta, estos amigos le dieron la buena y mala noticia a la vez, habían tenido familia, y desgraciadamente el padre de la familia de animales, había fallecido.
Meses más tardes el matrimonio al cual habían dejado la pareja de animales, tuvieron descendencia, y fueron a visitarlos, el pequeño tras observar al bebe, se giró hacia la madre de este y le pregunto que cuando moriría el papá del bebe.
Irónico o no este pequeño relato, puede reflejar en su totalidad todo lo que hacemos y dejamos de hacer, todo lo que inculcamos a nuestros hijos, tanto si se lo decimos, o insinuamos, sin dejar crecer su imaginación y conocimiento interno, pues no los dejamos crecer ni desarrollar su personalidad, COMO REPETIMOS CONSTANTEMENTE, TODO AQUELLOS QUE DETESTAMOS Y DICIENDO QUE NUNCA HARIAMOS, y sin embargo no perdemos tiempo en hacerlo sin darnos cuenta.
Dejemos que nuestros hijos crezcan, vivan y decidan por si mismos, y nosotros crezcamos a su compas aprendiendo de ellos en su inocencia y virtud, al igual que en su felicidad.
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