Cambiemos nuestro pensamiento y no lo perdamos

¿Contemplando la inmensidad del mar, el reflejo del sol en el horizonte, y viendo cómo se disemina por sus aguas, en un suave vaivén, el sonido, el aroma de esa brisa marina que me envuelve, puedo conseguir la paz y la calma que no consigo en mi rutina diaria, el stress de las personas que me rodean, sus comentarios, y los problemas que cada uno de ellos tienen, todos tienen razón y todos están equivocados, todos dicen la verdad y todos mienten, que sin sentido verdad?

¿Podemos estar horas y horas observando un paisaje, admirando su belleza y sintiendo su paz, y de que nos vale si a continuación nos olvidamos y somos incapaces de mantener esa paz?

El lenguaje que sentimos y no escuchamos, sabemos realmente canalizarlos?, son preguntas que nos realizamos todos los días, hay momentos del día en el cual sentimos hablar a las personas que tenemos al lado, o próximos a nosotros, y sus palabras nos llega tan dentro resonando con tanta fuerza que tenemos ganas de gritar sin parar, diciendo que es lo que nos pasa, gritando que es lo que queremos, y sin embargo, callamos, asentimos y no lo decimos, sabemos avanzar o nos quedamos simplemente en el dicho y no en el hecho, es nuestra decisión, subirnos al tren de la felicidad, de la esperanza, del hacer y el cambiar, nuestra sintonía para que así cambie constantemente y sin parar nuestra vida, solo nosotros somos los que debemos decidir, que no decidan los demás lo que queremos hacer, y no, no digamos hemos perdido el tren, pues nadie nos ha impedido el cogerlo, y hemos sido nosotros quien lo hemos dejado pasar por miedo al cambio.

Contemplando la inmensidad del mar, en su reflejo puedo divisar la paz, la esperanza, la felicidad que deseo como llega a mi sin prisa, pero sin pausa en ese suave vaivén de sus aguas al aproximarse a la orilla, en la cual estoy esperando para recoger todo aquello que he pedido y que deseo recoger para disfrutar tal y como me merezco, pues todos y todas somos merecedores de ser felices.

Así pues, cojamos el camino del bienestar, recojamos toda la felicidad y la paz de la cual somos merecedores, y vivamos sin complejos y sin miedos, respetándonos y respetando, amándonos y amando.

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